La COP9, que se ha convertido tal vez en el evento más polémico e influyente del mundo del vapeo, coacciona a los consumidores de esta tecnología e incluso a los fumadores. En el libro El impacto de la COP en los vapeadores, Christopher Snowdon del Instituto de Asuntos Económicos del Reino Unido ofrece un análisis profundo y plurimodal de la Conferencia, las decisiones allí tomadas y los hechos polémicos que, nuevamente, dejan a la OMS con una muy baja reputación.
Christopher Snowdon, autor del libro blanco El impacto de la COP9 en los vapeadores, es director de economía de estilos de vida en el Instituto de Asunto Económicos de Reino Unido, colaborador en las publicaciones Spectator, Telegraph, Spiked, y Vaping Today, además de autor de libros reconocidos como Killjoys: A critique of paternalism (2017), The Art of Suppression: Pleasure, Panic and Prohibition (2011), The Spirit Level Delusion (2010), y Velvet Glove, Iron Fist: A History of Anti-Smoking (2009).
En su más reciente publicación sobre el vapeo habla de las recomendaciones sociopolíticas y económicas dadas por la Organización Mundial de la Salud (OMS) en el Convenio Marco para el Control del Tabaco (CMCT), las inconsistencias en la carrera global fallida contra el tabaquismo, las intromisiones ideológicas en los acuerdos y la defectuosa estrategia de salud pública que hoy defienden.
La OMS es una organización de salud de alcance mundial y un órgano administrativo muy influyente en las políticas internas de sus países miembros. Por eso, cada acción que toma repercute no solamente en los gobiernos, sino directamente en los ciudadanos, como es el caso de los usuarios de los sistemas electrónicos de administración de nicotina (SEAN) y otras tecnologías de riesgo reducido, que, según se ha comprobado científicamente, son la mejor herramienta para abandonar el tabaquismo.
Desprestigiar, prohibir y condenar al cigarrillo electrónico
“Los gobiernos que reconocen el potencial del vapeo para salvar vidas deberían presentar su caso con firmeza en la COP9. Si la OMS continúa difundiendo información errónea sobre los cigarrillos electrónicos, los gobiernos deberían retirar la financiación a la Secretaría del CMCT”, menciona Snowdon en su libro. Allí también resalta que la Secretaría del Convenio Marco para el Control del Tabaco, y consecuentemente las COP, no constituyen, en forma ni en proyección, una estrategia adecuada para abordar el problema del tabaquismo, pues el propósito de la OMS es desprestigiar, prohibir y condenar al cigarrillo electrónico pese a la fuerte evidencia científica que lo avala como una opción más segura para el consumo de nicotina.
Aunque el Convenio contempla la reducción de daños y riesgos, jamás ha tenido la iniciativa de incluir los SEAN como una alternativa a los tradicionales métodos farmacológicos. “Desafortunadamente, la OMS nunca ha aplicado políticas de reducción de daños en relación con el tabaquismo y en los últimos años ha trabajado cada vez más para erradicar los cigarrillos electrónicos y otros productos de nicotina de riesgo reducido”, resalta Snowdon. Es más, esto queda en evidencia tras la celebración de las COP, caracterizadas por su hermetismo y secretismo extremos, al punto de llegar a expulsar periodistas previamente autorizados (Drew Johnson, 2016) o simplemente cortar la transmisión virtual justo antes de iniciar la charla (COP8, 2018).
La oposición frente a los SEAN por parte de la OMS viene desde cuando estos empezaron a ser populares en 2010. Sin embargo, en la COP4 celebrada en Uruguay, la Organización hizo conocer a través de un comunicado la falta de evidencia y pruebas sobre esta tecnología. Temiendo los vacíos legislativos de muchos países para controlar la venta, fabricación, importación y exportación de productos SEAN, la OMS intervino para que los firmantes prohibieran el vapeo en lugares públicos, así como su comercialización.
Pese a la evidencia indiscutible de la seguridad de los SEAN y aunque en 2016 la OMS admitió que son sustitutos del cigarrillo tradicional, la Organización se ha mantenido firme en considerar al vapeo como un riesgo de salud pública. Así lo ha dejado claro por medio de campañas en redes sociales, como la publicada en enero de 2020 donde afirmaba falsamente que el “e-líquido quema la piel”, que “el vapor de segunda mano daña a los transeúntes” o incluso que los SEAN podían ser “más peligrosos que los cigarrillos normales”.
A finales del mismo año, la OMS Europa tachó a los SEAN como “la próxima frontera en la epidemia mundial de tabaquismo“ y afirmó, casi a modo de amenaza, que “con la implementación rigurosa del CMCT de la OMS, se puede construir un camino hacia un futuro libre de tabaco y nicotina”.
La incidencia nefasta sobre los consumidores
Al ser un tratado internacional con una ratificación altísima, el CMCT tiene cierto poder legislativo transnacional que le otorga cierta “legitimidad” y le da una posición muy influyente sobre los firmantes del acuerdo, y particularmente sobre los países con ingresos medios y bajos. Además de tener las tasas de tabaquismo más altas, estos países son los más presionados a seguir los lineamientos del Convenio y a prohibir el acceso a alternativas de riesgo reducido. La razón por la que este ocurre son las artimañas económicas y la presión política que reciben estos países, generalmente dependientes de ayudas de la OMS.
La burocracia y el pago de favores políticos no son ajenos al actuar de la Organización, pues esta cobija a políticos, investigadores, grupos y países alineados con sus ideologías a quienes ofrece apoyos económicos o puestos en la Organización.
Un ejemplo es el caso de la premiada ley prohibitiva de Hong Kong en 2019 para la comercialización de los SEAN. En el siguiente año, los ganadores fueron instituciones y grupos de México y Bolivia; el primero galardonado a nivel estatal por prohibir la comercialización del vapeo. Este tipo de “jugadas políticas” mantienen el sesgo frente a la reducción de daños y condenan a los usuarios y fumadores a continuar con el letal hábito de fumar.
A estas dudosas estrategias se les suma la complicidad de grupos evaluadores que tergiversan la información para mostrar riesgos inexistentes o monstruosamente aumentados, pese a que evitan hacer comparaciones directas con el cigarrillo convencional.
“La reputación de la OMS se ha visto empañada en los últimos 18 meses como resultado de su manejo de [la] COVID-19, pero aún es respetada por muchas personas que la asocian con la exitosa campaña para erradicar la viruela en el siglo XX. Si la OMS dice que los cigarrillos electrónicos son un producto peligroso que amenaza con descarrilar décadas de progreso en la lucha contra el tabaquismo, mucha gente lo tomará por confianza.
“La pandemia por COVID-19 ha puesto de relieve la naturaleza política de la OMS y ha demostrado que es capaz de cometer grandes errores en la ciencia y las políticas, como insistir en que el SARS-CoV-2 no se transmite por el aire y que las prohibiciones de viaje no funcionan, pero aún se beneficia de un ‘efecto halo’ gracias a su ilustre pasado y los importantes principios que pretende defender.
“Muchos países no tienen los recursos para llevar a cabo el tipo de revisiones de evidencia que se realizan en el Reino Unido y los EE. UU. En cambio, confían en agencias como la OMS y el CMCT, sin saber que han sido capturados por un pequeño grupo de prohibicionistas que solo buscan la abstinencia”, concluye Christopher al final del capítulo 2 de su libro blanco.
Nihil de nobis sine nobis
Nada de nosotros sin nosotros. Esta potente locución latina refleja todo lo que no ha hecho la OMS y su programa del CMCT con respecto a las alternativas de riesgo reducido que ya se encuentran respaldadas por datos y estudios de diversas áreas. Las acciones irreflexivas de la OMS tienen en juego la vida de millones de fumadores y exfumadores.
No es posible que pueda decidirse una política sin contar con la participación directa del grupo afectado por esta. Pero la OMS ha “hecho y deshecho” sin nosotros, sin la comunidad del vapeo.
“Deben elegir defensores fuertes y articulados como delegados, no burócratas. Si la OMS continúa difundiendo información errónea sobre los cigarrillos electrónicos y si la COP9 se celebra en secreto, deberían retirar la financiación a la Secretaría del CMCT”, propone Snowdon, pues el actuar tradicional de la Organización Mundial de la Salud ha mantenido las cifras de consumo de tabaco desde hace 30 años. Es más, hoy son 1.140 millones de fumadores, mientras que en 1990 eran 990 millones.
Por su parte, América Latina registra una caída importante en el consumo de tabaco, que se mide principalmente por las ventas de este producto. Sin embargo, el contrabando sigue siendo una anomalía importante en el censo de los fumadores. Brasil, Costa Rica y Colombia son los países con mejor índice de reducción de consumo de cigarrillos, que está por encima del 40%. Mientras tanto, al otro lado del Pacífico, China lleva el peso de ser el país con más consumidores de cigarrillo. Tanto es así que 1 de cada 3 fumadores en el mundo vive en el gigante asiático.
En esta misma región existen casos de países que han decretado una prohibición total con infracciones que pueden llevar a la cárcel. Camboya, India y Tailandia son algunos de los lugares donde el vapeo es visto conforme a lo que la OMS quiere y la represión suele ser común, incluso hacia los turistas.
Al ver este panorama, no es absurdo decir que la OMS dejó pasar otra oportunidad para resarcir el turbio camino que se dirige ahora a su décima versión con la COP10, que se celebrará en Panamá en 2023, y en la que se ha propuesto dar la discusión sobre los SEAN y los “nuevos productos de tabaco”, como les llaman.
Mientras tanto, los próximos dos años serán un periodo en el que los vapeadores y fumadores quedarán a merced de los tratados secretos hechos en la COP9 y de la voluntad de sus dirigentes para aplicar –¿o someter?– a los ciudadanos las políticas nefastas, ideologizadas e ineficientes de la Organización Mundial de la Salud.
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