El último episodio del podcast “Let’s Talk e-Cigarettes” de la Universidad de Oxford y Cochrane reivindica el poder del vapeo como herramienta para la reducción de daños, especialmente entre poblaciones vulnerables.
“Let’s Talk e-Cigarettes” [Hablemos de cigarrillos electrónicos] es un podcast de divulgación científica acerca de las investigaciones más recientes sobre estos dispositivos. Las presentadoras son dos investigadoras de la Universidad de Oxford que forman parte del grupo Cochrane de adicción al tabaco: Jamie Hartmann-Boyce y Nicola Lindson. La publicación la financia Cancer Research UK y se encuentra disponible en Spotify y iTunes, o en la página web de Cochrane y de la Universidad de Oxford.
El podcast inicia siempre con una canción de tono irlandés donde se hace explícito el gran problema alrededor del vapeo: la duda frente a su seguridad. Y se apunta a la posibilidad de resolver este problema por medio de información confiable, como la de las revisiones Cochrane, donde “todos los hechos han sido verificados al menos dos veces”. Así mismo, las presentadoras explican que el contenido de cada episodio proviene de su trabajo investigativo, donde rastrean la literatura científica sobre cigarrillos electrónicos para encontrar nuevos estudios relevantes.
El potencial del vapeo
El primer episodio de 2022, que salió al aire el 28 de enero, inicia con una mención a un estudio liderado por el Dr. Pasquali Carpineto de la Universidad de Catania y publicado en la revista Nicotine and Tobacco Research. Este tenía como objetivo “investigar la factibilidad de que los cigarrillos electrónicos cambiaran el comportamiento tabáquico en personas con desórdenes del espectro esquizofrénico”.
El estudio contó con la participación de 40 personas que no querían dejar de fumar ni reducir su consumo de cigarrillos y, con algunos de ellos, se formó un grupo de estudio a cuyos integrantes se les dio un dispositivo Juul con provisión de pods con un 5% de nicotina para 12 semanas. En la última visita de control, en la semana 24, encontraron que el 57,5% del grupo había reducido su consumo de cigarrillos en un 50% o más, mientras que el 35% había dejado de fumar por completo. Al final del estudio, todos los participantes seguían consumiendo cigarrillos electrónicos.
El poder de la reducción de daños
Tras la introducción, las presentadoras pasaron al tema central del episodio, que contó con la participación de la Dra. Sharon Cox, investigadora del Departamento de Ciencias del Comportamiento y la Salud del University College London dedicada a estudiar las desigualdades de salud relacionadas con el tabaco y la manera como los cigarrillos electrónicos pueden ayudar a reducirlas.
Cox explica que llegó a los cigarrillos electrónicos gracias a su contacto con la reducción de daños cuando trabajaba con población indigente. Esta experiencia le hizo preguntarse por qué, si se aplicaba la reducción del daño a ámbitos como el consumo de drogas, de alcohol o el sexo, no se seguía este principio frente al consumo de tabaco. Al empezar a poner en práctica esta idea se dio cuenta de lo mucho que podía ayudar a las personas, tanto física, como emocional y mentalmente. Y no solo a las personas que estaban siendo tratadas, sino incluso al personal de apoyo.
La Dra. Cox cuenta cómo se dieron cuenta de que los cigarrillos electrónicos eran altamente aceptados, permitían entablar una conversación con personas vulnerables y ofrecerles la posibilidad de una mejora en su calidad de vida, e incluso cómo enviaban un mensaje de cuidado a personas tradicionalmente marginadas. La vinculación fue tal que incluso el personal de los centros de asistencia dejó de fumar con el vapeo que inicialmente se ofrecía a los pacientes.
En sus palabras, “lo que la reducción de daños puede hacer es mantener a las personas en tratamiento o mantenerlas interesadas en cambiar su comportamiento sin que necesariamente estén pensando en abandonarlo, lo cual puede ser un gran paso para algunos de ellos”. En este sentido, el vapeo ha demostrado ser una herramienta de reducción de daños con mucho potencial para lograr eventualmente un abandono del tabaquismo, incluso entre poblaciones supremamente vulnerables, por lo que es apenas lógico llevar la iniciativa a una escala mayor.
Vapeo a gran escala
El Instituto Nacional de Investigación en Salud de Reino Unido consideró que se había probado que era factible que el vapeo ayudara a cambiar el comportamiento de las personas para que, eventualmente, dejaran de fumar. Por ello aprobó un estudio más amplio, un ensayo de control aleatorizado por grupos, en 32 centros asistenciales.
Dicho estudio, según explica la Dra. Cox, inició apenas en septiembre de 2021 con la elección de los centros y empezará el reclutamiento de participantes en febrero de 2022. El ensayo tendrá una duración de tres años, por lo que habrá que esperar un poco para conocer los resultados. Sin embargo, hay algunos puntos importantes sobre los que ya se puede hablar.
En primer lugar, está la elección de los dispositivos, que, como debe ser, contó con la opinión de las personas que los usarían. Con respecto a ellos se menciona que los factores fundamentales son el precio, la facilidad para cargarlos y los sabores (entre los que se ofrece tabaco, fruta o mentol). Igualmente, juega un papel central en el estudio la capacitación sobre consumo de tabaco y cómo ayudar a las personas a dejar de fumar, pero también sobre el uso y la elección de cigarrillos electrónicos (cómo cargarlos, cómo rellenarlos, a quién entregarlos y qué tipo es el más conveniente según las condiciones particulares de cada persona).
Según explica la doctora Cox, se espera que a partir de todo este proceso se construya una fuente de información completa y confiable al servicio de quienes quieran acceder a la reducción de daños por tabaquismo.
La salud es un derecho
Una de las preguntas decisivas que responde la Dra. Cox es por qué, cuando se trata de personas en situaciones de vulnerabilidad, el problema del tabaquismo no ha recibido tanta atención o apoyo para resolverse. Y la razón principal es que, al menos entre esta población, que corre constantemente riesgos muy altos, el consumo de tabaco no se ve como una prioridad.
A pesar de esto, Cox insiste en la necesidad de considerar la posibilidad de tener la mejor calidad de vida posible como un derecho humano, y eso implica dar la asistencia necesaria para dejar de fumar. De hecho, señala el abandono general de los temas relacionados con la salud entre la población vulnerable y la necesidad de reivindicarlos como un derecho. En este sentido, la reducción de daños no es solo una gran herramienta de salud pública; es también un discurso poderoso que ayuda a las personas a mejorar su salud y a sentir que lo hacen sin sufrir la imposición de tener que abandonar un hábito.
Fuente: http://podcasts.ox.ac.uk/episode-12-dr-sharon-cox
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